viernes, 30 de octubre de 2009

Narración: Momento de tensión

Era por la mañana. Me desperté y llamé a mi madre, pero no venía, pensé que había salido. Luego decidí ir a la habitación de mi hermano, donde estaban durmiendo él y mi primo. Les desperté corriendo diciendoles que estabamos solos, que podíamos hacer lo que quisiesemos. Cuando por fín les conseguí despertar, fuimos a la cocina a desayunar, a aprovechar que estabamos solos y que podíamos comer lo que quisiesemos.
Me subí encima de un taburete y empezé a rebuscar en los armarios de la cocina, y a comer con ellos de todo. El último armario que me quedaba por mirar era el de debajo del fregadero. Empezamos a mirar y no nos llamaba nada la atención; sólo un bote rojo de cereales, que lo abrimos y habían unos cereales blancos, que nunca habíamos probado.
Nos lo empezamos a comer todo, sin saber lo que verdaderamente era.
Esa misma tarde nos empezamos a encontrar mal; a mí me dolía mucho la tripa al igual que a mí primo, pero no dijimos nada por miedo a que nos regañasen, por haber comido todo. Pasamos una noche muy mala, pero seguimos manteniendo nuestro secreto.
Al día siguiente estabamos tumbados en el sofá viendo los dibujos. Cuando se levantó mi tío le extraño que al tirarse un eructo, que era lo hacía habitualmente y nosotros nos reíamos, esta vez ni esbozamos una sonrisa. Vino a darnos los buenos días y vió que estabamos muy pálidos, teníamos muy mala cara. Empezó a decirle a nuestras madres que si sabían lo que nos pasaba.
Nos empezaron a preguntar que sentíamos y nosotros finalmente dijimos la verdad, que habíamos comido de todo, que simplemente teníamos un empacho.
Mi abuela por la tarde arreglando la cocina, vió que en el armario de debajo del fregadero faltaba un veneno para matar ratas; vino corriendo a preguntarnos si habíamos visto un bote rojo en el armario; nosotros le preguntamos que si se refería a el bote de los cereales nuevos, y ella asombrada hechó a correr. Yo sin entender nada fui a contarle a mi tío lo que había pasado con la abuela; me impresionó que él reaccionó igual que mi abuela. Entonces fue cuando nosotros empezamos a ponernos nerviosos y a preguntar que pasaba. Mi tío nos contó que esos no eran unos cereales nuevos, que era un veneno que utilizaba el abuelo para matar ratas.
Mi tío llamó a mi madre que estaba trabajando y le comentó lo que había pasado esa tarde. Tal fue la angustía de mi madre, que en un par de minutos llegó a mi casa.
Nos llevaron corriendo al hospital. En el trayecto mi primo se desmayó en el coche, mi tío empezó a llorar al ver que su hijo no se movía. Yo empezé a agitar a mi primo, con las lágrimas en los ojos; al ver que no reaccionaba, rompí a llorar.
Por fín llegamos al hospital y entramos corriendo, mi primo iba en brazos de mi tío, todavía sin reaccionar. Mi madre empezó a chillar pidiendo un médico, al ver que sus hijos y su sobrino estaban en muy mal estado.
Mi madre les contó todo a los médicos, sin olvidarse de ningún detalle. La reacción de aquel médico nunca se me olvidará. Puso en moviento a todo el hospital. para que nos atendiesen. Nos hicieron miles de pruebas; a mi me pincharon veinte veces en el mismo brazo, porque no me encontraban la vena.
Después de todas las pruebas no metieron en una habitación que estaba muy vigilada; desde ahí no me acuerdo de nada más. Mi hermano, al igual que mi primo y yo, entró en coma.
Estubimos una semana en coma, con respiración asistida.
Toda nuestra familia y todos los médicos del hospital estaban pendientes de nosotros. No nos daban ninguna esperanza de vida, los médicos decían que si despertabamos podriamos quedarnos en estado vegetativo.
La primera imágen que tengo al despertar es a mi madre sentada entre la cama de mi hermano y la mia sin parar de llorar y con la misma ropa de cuando pasó todo.
Al vernos despertar empezó a gritar y abrazarnos. Se recorrió todo el hospital en busca de aquel médico que nos vió por primera vez y nos salvó la vida.
Si no hubiese sido por su intervención, ahora mismo no os estaría contando esto. Fue una experiencia que no se la deseo a nadie.

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